Por primera vez en su historia, en Tucumán la cantidad de cocaína secuestrada superó los 1.000 kilos. El número es tan alarmante como descubrir que hubo más decomisos de esa droga aquí que en Jujuy, provincia que limita con Bolivia y que, después de Salta, siempre fue considerada como la segunda puerta de entrada ese estupefaciente al país. Son al menos cuatro las razones que permitieron llegar a esta cifra récord. Algunas de ellas son:

1- Permeabilidad

Como ocurre hace más de cuatro décadas y a pesar de todos los esfuerzos, la Nación no puede controlar efectivamente la frontera. La gestión de Javier Milei unió los ministerios de Seguridad y de Defensa para la lucha contra el narcotráfico. En poco más de un año se relanzó un sistema de radarización para detectar vuelos narcos; presentó el Operativo Güemes para blindar la frontera y anunció el Operativo Roca, que autoriza al personal del Ejército a realizar tareas de patrullaje en la zona caliente. Las estadísticas demuestran que la fórmula no estaría funcionando.

En Salta, que es la principal puerta de ingreso de la droga, se secuestró menos del 10% de cocaína con respecto al año pasado. En Jujuy las autoridades decomisaron menos cocaína que en Santiago del Estero y Tucumán que están a más de 400 kilómetros de la frontera.

Los narcos buscan gente vulnerable para traficar cocaína

Días atrás, el juez federal santiagueño Sebastián Argibay, que intervino en el secuestro de más de 500 kilos de cocaína en esas tierras en menos de 15 días, ante la permeabilidad de la frontera con Bolivia, pidió a las fuerzas que refuercen los controles en los límites provinciales de la región. En diciembre de 2023, en un acto desarrollado para relanzar el Operativo Lapacho, las autoridades tucumanas firmaron un acuerdo en el que se comprometían a replicar este procedimiento en sus jurisdicciones. Todo quedó en un mero acto para la foto y los narcos aprovecharon al máximo esa falta de coordinación.

2- Falta de planificación

El 57% de la cocaína secuestrada en nuestra provincia era transportada por la llamada Ruta de los Valles. Ese es un camino que nace en Salta y, con diferentes combinaciones, puede terminar en Catamarca y en Tucumán. Ese sector sólo cuenta con un control en Colalao del Valle que está a cargo de la Policía provincial en el marco del Operativo Lapacho. Los hombres de Gendarmería Nacional, que es la responsable de hacer prevención en las rutas nacionales, realizan controles ocasionales. La Provincia puso a disposición de esta fuerza una garita y el comisionado colaleño les ofreció una casa para que los efectivos puedan descansar. Sin embargo, por la falta de personal y de móviles, hasta ahora no aceptaron el ofrecimiento.

En Tucumán se secuestró en 10 meses una tonelada de cocaína

En una nota publicada el domingo en el diario “La Nación”, el periodista Hugo Alconada Mon informó: “durante los últimos meses, el Ministerio de Seguridad nacional comenzó a reubicar -y en ciertos lugares, desarticular- los llamados Centros de Inteligencia Criminal Regionales (Cicre), que sirven como nodos de información para recopilar y analizar datos sensibles sobre narcotráfico, trata de personas y clanes delictivos en puntos estratégicos del país. En el NOA se cerró la oficina central que funcionaba en Salta, pero seguirá abierta la de Jujuy, que cuenta con una sola empleada, que es administrativa.

3- Corrupción

Aníbal David Borda es un médico que prestaba servicios en Gendarmería en Salta. El fin de semana pasado fue detenido por la policía santiagueña cuando transportaba seis kilos de cocaína. El procedimiento se concretó en la localidad Urataú, que forma parte del camino que conecta el NOA con la Hidrovía del Paraná que es utilizada para el envío de grandes cantidades de droga.

El año pasado, el fiscal federal Agustín Chit descubrió una red de corrupción en esa fuerza. Según su teoría, los efectivos recibían coimas de organizadores de tours de compras para no ser controlados en el trayecto de regreso. En el primer trimestre de 2024 se decomisaron 31 kilos de cocaína que eran transportados en los micros con bagayeros. En idéntico período de 2025, apenas fueron cuatro. En el narcotráfico no existen casualidades, sino causalidades.

4- Justicia

El narcotráfico debe ser investigado por la Justicia Federal. En nuestra provincia, ese fuero está totalmente desintegrado. Debería tener tres fiscales, pero no tiene ningún titular. Dos son subrogantes y el tercero fue designado para presentar las acusaciones en los juicios. También debería haber tres jueces, pero sólo hay dos que son reemplazantes momentáneos. Los juicios son llevados adelante por magistrados foráneos, porque Tucumán no cuenta con un tribunal constituido. Menos de 30 personas deben atender las causas previsionales, económicas, de las obras sociales nacionales, laborales, trata de personas, contrabando y tráfico y comercialización de drogas. Si a esa carencia se le agrega que no cuentan con los recursos tecnológicos para acelerar las investigaciones, termina entendiéndose por qué en estas tierras hace casi cuatro años que no se desarticula una banda narco de importancia.

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Tucumán se adhirió a la ley de Narcomenudeo para perseguir el microtráfico de drogas y descomprimir al fuero federal. Pero esa estrategia no estaría funcionando. Hay dos Unidades Fiscales para perseguir este delito, pese a que está autorizado a contar con cuatro. Estas oficinas atienden las causas que se abren los 365 días al año y no cuentan con la cantidad de personal suficiente que les permitiría realizar un mejor trabajo. El mes pasado, según las estadísticas de la fuerza, la Policía realizó 394 procedimientos por este ilícito, de los cuales sólo 71 fueron frutos de investigaciones. Es indiscutible que se está trabajando para sacar la droga de las calles, pero no menos real es que se golpea a los vendedores, no a las organizaciones que envían a su gente a comercializar sustancias como está sucediendo.